miércoles, 30 de mayo de 2012

La decadencia

La soberbia, el "creerse" infalible, el pensar que la única verdad es la propia, el imponer sus creencias por la fuerza, solo conducen a la decadencia.

No querer o no aceptar que pueden existir muchas "verdades", que los que piensan distinto tienen derecho a expresarse, que el dialogo, la negociación, el intercambio de ideas puede ser la mejor forma de solucionar los problemas es, sin ninguna duda, una gran señal de debilidad.

Una empresa, un consorcio, una ciudad o un país no pueden darse el lujo de "perder" formas de solucionar problemas, ideas de quienes piensan diferente o propuestas de los circunstanciales rivales. 

Todos tenemos ciertas creencias, escalas de valores y conceptos internalizados. Nos acercamos o escuchamos y leemos lo que está dentro de esas creencias y desechamos o no le damos mayor trascendencia a lo que está afuera.
Sin embargo, para crecer intelectualmente, para ser mejores en nuestra profesión, en nuestra vida social, en nuestra actividad laboral, gremial o dirigencial, tenemos que escuchar a todos, tenemos que nutrirnos de lo que opinan "los otros", tenemos que buscar el consenso, el "todos ganan" y no quedarnos enfrascados en nuestras ideas.

El que cree tener "toda" la verdad es el primer fracasado y si quiere imponer "su verdad "por la fuerza" es el más débil. Si, además, tiene circunstancialmente el poder, esa ceguera puede provocar la decadencia de una empresa, un consorcio, una ciudad, y hasta un país.

Qué débiles son los gobernantes que solo usan la fuerza para gobernar ! ! !

Qué grandes son los gobernantes que saben escuchar y consensuar diferentes intereses en beneficio de todos ! ! !



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