domingo, 19 de junio de 2011
¿Se ha democratizado la incompetencia? - Francesc J. Gomez
La semana pasada en el blog escribimos una nota titulada "Porque hacer las cosas bien si se pueden hacer mal???.
Nos referimos al desdén, la irresponsabilidad, la dejadez y la falta de compromiso con las tareas de todos los días.
Leimos en el newsletter de Francesc J. Gomez VISION LIDER Nº34 (http://www.clubdelvendedor.com) un artículo con el titulo que incluimos en esta nota que muestra que no solo en nuestro país ocurre lo que ocurre sino que en España la situación es similar.
El análisis del autor comenzó con un mal servicio de su banco y . . . los dejo con el artículo:
"Este análisis me estimuló y animó a investigar situaciones similares en relación a la falta de competencia profesional en otros entornos, con el fin de descubrir si esta actitud era algo puntual sin más transcendencia o realmente era un mal endémico de nuestra sociedad.
En estos últimos tres meses he recopilado información y experiencias sobre actitudes similares en los siguientes entornos: gasolineras, restaurantes, entidades oficiales o bancarias, grandes superficies, tiendas, grandes almacenes, operadores de telefonía fija, internet o móvil, suministros de agua, luz, gas, administración de fincas, entidades públicas, bares, tiendas, servicios públicos, clientes, proveedores, etc. También he recopilado experiencias vividas de amigos, vendedores, emprendedores, empresarios, proveedores y colaboradores.
El resultado final de esta investigación ha sido francamente esclarecedora poniendo al descubierto que la actitud de falta de profesionalidad es algo habitual en nuestra sociedad y que este modelo social, no es un resultado casual, sino que lo hemos integrado de forma consciente o inconsciente en nuestra cultura laboral. En el pasado, cabe la posibilidad de que este comportamiento se debiese a la falta de conocimientos, pero en la actualidad el conocimiento existe, y en cambio la actitud de responsabilidad profesional brilla por su ausencia y lo que predomina es la desidia, la falta de objetivos y una clara visión cortoplacista.
La base de esta actitud son las falsas creencias en relación a las realidades y expectativas del ciudadano, donde el chollo, el tipo listo, el que trabaja menos, el que no se forma, el que se escaquea y no pega ni golpe, es elevado y alabado como el modelo ideal a imitar. Donde la gran mayoría de personas relacionadas con el contacto o atención al cliente, el servicio post-venta, los departamentos de ventas o cualquier otro departamento de las empresas, entidades o servicios públicos, desarrollan estas actividades laborales sólo para tener una fuentes de ingresos, y los conocimientos, experiencias o la vocación brillan por su ausencia.
Existen multitud de referentes en nuestro entorno más próximo. Simplemente tenemos que pararnos a observar y los descubriremos sin demasiado esfuerzo. Como ejemplo, podríamos detenernos en una excelente fuente de inspiración de esta actitud social: la política, donde la autocritica, la incapacidad de asumir responsabilidades y la falta de previsión, nos incita a todos los ciudadanos a emular el comportamiento tan competente que nos muestran diariamente las personas que forman este entorno. Otro ejemplo fantástico son los programas televisivos centrados en las bajezas humanas o en la vida (desestructurada) de determinados individuos que son el alimento diario de millones de telespectadores.
Esta pérdida de referentes, a mi entender, es una de las causas de por qué nuestro país tiene graves dificultades en salir de la crisis, porque crisis siempre existirán y se repetirán en ciclos más largos o más cortos. Lo importante de estas situaciones es buscar soluciones prácticas que nos permitan activar la economía y el mundo empresarial. Y la falta de previsiones o soluciones no es sino otra muestra de que existe en nuestra sociedad una clara contaminación de incompetencia.
Mi preocupación es que dicha contaminación está afectando notablemente a unas de las columnas donde se sustenta el círculo económico, que es el mundo comercial, que requiere para su perfecto funcionamiento comportamientos responsables basados en actitudes y aptitudes competentes.
Todos somos responsables en mayor o menor medida de este entorno, porque hemos colaborado activamente a crear un sistema perverso donde la moneda de curso legal es la incompetencia, donde lo mediocre es lo habitual y lo profesional es algo inusual y sorprendente, siendo nuestro ansiado premio la democratización de la incompetencia.
Si deseamos cambiar este entorno debemos ser valientes y tomar caminos de mayor responsabilidad, centrando nuestras energías en el esfuerzo, la responsabilidad, el compromiso y la vocación. Formándonos intelectualmente y profesionalmente descubriremos nuevas opciones que seguramente tendrán el sentido adverso a las tendencias generalizadas de nuestra sociedad, pero en cambio nos proyectara a un futuro más adulto, social, racional y competente.
Como nota final de este editorial quisiera finalizar con dos frases que a mi entender sirven de pequeño resumen de las ideas anteriormente expuestas y son las siguientes:
-Si no te gusta el resultado de la cosecha, pregúntate que has plantado o que semillas has utilizado.
-Siempre es más peligroso un imbécil o un incompetente que un malvado."
Me pareció un artículo que se puede aplicar perfectamente a nuestra sociedad y, como en España, requiere centrar nuestras energías en el esfuerzo, la responsabilidad, el compromiso y la vocación.
Carlos Colombo
Nos referimos al desdén, la irresponsabilidad, la dejadez y la falta de compromiso con las tareas de todos los días.
Leimos en el newsletter de Francesc J. Gomez VISION LIDER Nº34 (http://www.clubdelvendedor.com) un artículo con el titulo que incluimos en esta nota que muestra que no solo en nuestro país ocurre lo que ocurre sino que en España la situación es similar.
El análisis del autor comenzó con un mal servicio de su banco y . . . los dejo con el artículo:
"Este análisis me estimuló y animó a investigar situaciones similares en relación a la falta de competencia profesional en otros entornos, con el fin de descubrir si esta actitud era algo puntual sin más transcendencia o realmente era un mal endémico de nuestra sociedad.
En estos últimos tres meses he recopilado información y experiencias sobre actitudes similares en los siguientes entornos: gasolineras, restaurantes, entidades oficiales o bancarias, grandes superficies, tiendas, grandes almacenes, operadores de telefonía fija, internet o móvil, suministros de agua, luz, gas, administración de fincas, entidades públicas, bares, tiendas, servicios públicos, clientes, proveedores, etc. También he recopilado experiencias vividas de amigos, vendedores, emprendedores, empresarios, proveedores y colaboradores.
El resultado final de esta investigación ha sido francamente esclarecedora poniendo al descubierto que la actitud de falta de profesionalidad es algo habitual en nuestra sociedad y que este modelo social, no es un resultado casual, sino que lo hemos integrado de forma consciente o inconsciente en nuestra cultura laboral. En el pasado, cabe la posibilidad de que este comportamiento se debiese a la falta de conocimientos, pero en la actualidad el conocimiento existe, y en cambio la actitud de responsabilidad profesional brilla por su ausencia y lo que predomina es la desidia, la falta de objetivos y una clara visión cortoplacista.
La base de esta actitud son las falsas creencias en relación a las realidades y expectativas del ciudadano, donde el chollo, el tipo listo, el que trabaja menos, el que no se forma, el que se escaquea y no pega ni golpe, es elevado y alabado como el modelo ideal a imitar. Donde la gran mayoría de personas relacionadas con el contacto o atención al cliente, el servicio post-venta, los departamentos de ventas o cualquier otro departamento de las empresas, entidades o servicios públicos, desarrollan estas actividades laborales sólo para tener una fuentes de ingresos, y los conocimientos, experiencias o la vocación brillan por su ausencia.
Existen multitud de referentes en nuestro entorno más próximo. Simplemente tenemos que pararnos a observar y los descubriremos sin demasiado esfuerzo. Como ejemplo, podríamos detenernos en una excelente fuente de inspiración de esta actitud social: la política, donde la autocritica, la incapacidad de asumir responsabilidades y la falta de previsión, nos incita a todos los ciudadanos a emular el comportamiento tan competente que nos muestran diariamente las personas que forman este entorno. Otro ejemplo fantástico son los programas televisivos centrados en las bajezas humanas o en la vida (desestructurada) de determinados individuos que son el alimento diario de millones de telespectadores.
Esta pérdida de referentes, a mi entender, es una de las causas de por qué nuestro país tiene graves dificultades en salir de la crisis, porque crisis siempre existirán y se repetirán en ciclos más largos o más cortos. Lo importante de estas situaciones es buscar soluciones prácticas que nos permitan activar la economía y el mundo empresarial. Y la falta de previsiones o soluciones no es sino otra muestra de que existe en nuestra sociedad una clara contaminación de incompetencia.
Mi preocupación es que dicha contaminación está afectando notablemente a unas de las columnas donde se sustenta el círculo económico, que es el mundo comercial, que requiere para su perfecto funcionamiento comportamientos responsables basados en actitudes y aptitudes competentes.
Todos somos responsables en mayor o menor medida de este entorno, porque hemos colaborado activamente a crear un sistema perverso donde la moneda de curso legal es la incompetencia, donde lo mediocre es lo habitual y lo profesional es algo inusual y sorprendente, siendo nuestro ansiado premio la democratización de la incompetencia.
Si deseamos cambiar este entorno debemos ser valientes y tomar caminos de mayor responsabilidad, centrando nuestras energías en el esfuerzo, la responsabilidad, el compromiso y la vocación. Formándonos intelectualmente y profesionalmente descubriremos nuevas opciones que seguramente tendrán el sentido adverso a las tendencias generalizadas de nuestra sociedad, pero en cambio nos proyectara a un futuro más adulto, social, racional y competente.
Como nota final de este editorial quisiera finalizar con dos frases que a mi entender sirven de pequeño resumen de las ideas anteriormente expuestas y son las siguientes:
-Si no te gusta el resultado de la cosecha, pregúntate que has plantado o que semillas has utilizado.
-Siempre es más peligroso un imbécil o un incompetente que un malvado."
Me pareció un artículo que se puede aplicar perfectamente a nuestra sociedad y, como en España, requiere centrar nuestras energías en el esfuerzo, la responsabilidad, el compromiso y la vocación.
Carlos Colombo
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